20.2.09
(mínimas ficciones/mínimas ficções
(the fitfty cent version that I like the most)
( let me not
13.2.09
María Negroni
another place, place me out
Lugares liminares
Carolina González Alvarado
¿son muchos?
voces del pasado, del futuro,
hasta aquí, no más allá,
ahora, el total abatimiento;
¿alguna vez estuviste en este sitio?
¿alguna vez estuviste en este cuarto?
H.D. Definición Hermética
Escribo sin saber por qué, con un miedo inmenso. Con la sensación de que nada en realidad está en el lugar correcto, escribo con la sensación de estar fuera de sitio. Escribo con imprecisión, con inquietud, en un lugar desconocido, acaso insospechado, muy lejano, muy distante.
Escribo pues sospechando, con un indecidible, desconociendo. Hay algo aquí dentro que se escucha, un silencio pasivo pero latente, abierto a cualquier expectativa. Creo tener la certeza de que algo en realidad sucedió y me ubica ahora en dos espacios simultáneamente: entre el presente de estas palabras y en el tiempo de aquellas otras que escuché, que leí y, que ahora, esperan y te esperan allí dentro, donde yo estuve.
Tengo la seguridad de que caminé, o quizá corrí, a través de un lugar que no está aquí, pero que sin embargo, existe. Con su propio tiempo, con sus propios habitantes, con sus propias calles, automóviles y semáforos. Con su vida diaria, con su inquietante cotidianidad. Con su propio orden y con aquellos enigmas que quizá sea mejor no comprender del todo.
Sé que estuve en un lugar que ahora me impide hablar, articularme en palabras para ti. Estuve muy al límite, a punto de caer. Hasta ahora sé que era una frontera, una demarcación. Era La frontera más distante. Un dentro y un afuera. Una zona construida a partir de un conjunto de cuentos que, a su manera, funcionan como espacios que actúan y se mueven.
Leer los cuentos que componen La frontera más distante de Cristina Rivera Garza es encontrarse con algo que se sabe más allá de sí mismo. Me desdigo entonces. Leer estos cuentos es des-encontrarse. Pues ubican al lector en una zona tan vulnerable como la de un Extraño, un ajeno, habitando un mundo que no le pertenece.
La escritura de Cristina Rivera Garza no se limita a imaginar lugares o ciudades, sino que realiza, al igual que la arquitectura, imaginarios urbanos. Los espacios que construye están dominados por el entrecruzamiento de voces y lenguajes. La imaginación está ligada con el espacio de tal manera, que éste observa de forma oblicua al lector, atravesándolo con un lenguaje inquisitivo, preciso y sujeto a lo concreto.
La escritura está entonces suspendida, observando y envolviendo al lector en una atmósfera donde el mundo pareciera estar siempre fuera de si mismo: “No se trata de una ciudad alterna propiamente dicha, sino de una serie de anti-ciudades que, diseminadas a lo largo de los estrechos fronterizos, sobreviven en constante movimiento. Fundadas y abandonadas casi al mismo tiempo […]” (Rivera Garza 75).
Esta escritura disloca, enmarca, constriñe al lector y le transmite su palpitación, su propio ritmo, le hace respirar la soledad y el abandono de los personajes, su extrañamiento. Para finalmente abandonar también al lector como un cuerpo desnudo y decapitado en medio de una gran avenida. Desarraigado: en la situación de su haber-estado-ahí y la melancolía de su ya-nunca-estar.
Cada uno de los cuentos agrupados en La frontera más distante conforman una apertura desconcertante y silenciosa donde el desconocimiento, define las líneas de corte, de fisura, que atraviesan y constituyen a los personajes. Fisuras que delinean también una búsqueda, un horizonte a través del cual es posible observar algo inefable pero que se sabe allí, presente: “Ver es un verbo que puede prestarse a malentendidos aquí. Percibí algo con los ojos. Un movimiento o un destello dejó una marca dentro de mi mirada. No distinguí ni los contornos ni los detalles de lo que asumí, desde el inicio, que sería un rostro, un cuerpo, un par de manos, piernas […] Lo vi. Lo percibí” (Rivera Garza 71).
En varios de estos relatos, el cuerpo está fuera de sí, todo el tiempo hecho para otros, para los demás y en los momentos de un trémulo erotismo quizá también para sí mismo: “Ella lo dejó hacer, pero no lo dejó mirar. Daba la impresión de estar presenciando un espectáculo ajeno, una diminuta escena de teatro desde un palco. Ahí, dentro del palco estaba un hombre y estaba una mujer. Los ojos encendidos. Un aria”. (Rivera Garza 39) “Este tipo de placer. Lo que pasa cuando los dedos de otras manos –dedos que no sé que están sintiendo- se posan- con su propia temperatura, su propio exilio, sus propias terminales nerviosas- sobre la piel. Dentro” (Rivera Garza 38).
Sin embargo, Cristina Rivera Garza no sólo se interesa por aquellos cuerpos erotizados sino también por las marcas de esos cuerpos, sus interacciones y sus transgresiones: “Cuando la mujer dirigió la mano izquierda hacia el frasco,
La intriga, una pulsión externa, frenética quizá, se encuentra también en estos cuentos. Como toparse así de pronto con trozos, con fragmentos de un cuerpo mutilado, con una mano huérfana, con la renuncia del cuerpo de ese otro, que ya no es acaso todo él sino una increíble extremidad.
Al interior de La frontera más distante, el cuerpo posee una marca incómoda de vulnerabilidad, de agencia: la piel y la carne exponen a los personajes a la mirada de los otros pero también al contacto y a la violencia. Los cuerpos son una incertidumbre, aquello que se reclama como propio pero que le pertenece a otros. De este modo, la autonomía de lo corporal se convierte en una inquietante paradoja: “
Envuelta en mis sensaciones debo confesar que mientras estaba en La frontera más distante, observé que la violencia se había convertido en una forma a partir de la cual se exponía la vulnerabilidad humana hacia otros humanos de la forma más temible: eran entregados, sin control, a la voluntad del otro y la vida misma podía incluso ser borrada por esa voluntad ajena. Y yo estaba, podía decirlo con seguridad, abandonada también a la voluntad de ese otro, que en mi caso, era la escritura.
Acaso sea por eso que no pude evitar deshacerme horas enteras observándola, buscando en ella, con el cuidado y la paciencia del que busca sin saber que en realidad indaga en la imposibilidad, en el enigma. Sin saber que quizá me había convertido en aquello que buscaba: la cara de mí misma en la forma de un extraño que se aproxima.
Acaso sea por eso que preferí permanecer así, enlazada y sujeta a un lenguaje que no es el mío pero que me observa como si yo misma me estuviese viendo en un espejo muy hondo.
inminente palabra
Podríamos decirlo de este modo: el semestre pasado fue de, entre otros, Vicens. La tarea fue ahondar en algún "aspecto relevante" de la obra. Nunca se dice nada importante en este tipo de trabajos o cuando se dice a nadie, en verdad a nadie, le importa. Pero de menos a nosotros nos sirve de pretexto para sentir que hacemos algo importante y que estamos convirtiéndonos,oh my gosh, en investigadores literarios- en una facultad donde la mayoría de las opiniones apenas rebasa el nivel más elemental. Existe, también, aquella fauna que sólo está ahí " por el idioma" , es decir su afán es convertirse en misses y teachers de algún colegito particular. Otros tienen pretensiones literarias y algún día el mundo descrubrirá y aceptará que son los grandes escritores y críticos que ya, ahora mismo, son ( gulp!). Además, mi maestra, no diré el nombre porque soy un mozalbete educado, es en verdad, un auténtico bache y, de paso, una reliquía( le decía Vincens a Vicens, por decir poco). Pero leer, releer y leer y releer a Vicens fue un verdadero deleite, un placer, un gozo en el sentido más amplio de la palabra. Y eso, precisamente eso, la palabra, es lo que encontramos en sus libros: así, directita, precisa, maravillosa; tan llena de verdades esenciales. Después de todo imagino a Vicens:
a) insomne, casi una niña, con un libro entre las manos, leyendo a altas horas de la madrugada, con el ruido de la noche alrededor de ella, con el ruido de la escritura alrededor de ella, ella alrededor de los libros.
b) escribiendo, escribiendo mucho, leyendo, revisando, tachando, escribiendo con el borrador, o escribiendo al tachar con su pluma; haciendo pedazos las hojas que contienen sus textos, arrojándolas a la basura. El sonido del papel cuando se arranca de golpe. El sonido de la pluma deslizándose.
c) despierta, llena de silencio, todo es silencio, la imposibilidad del silencio, decía Lemus, que se encuentra en El libro vacío. En silencio, a ciegas, esperando que alguien pueda venir a leerle.
continuará( por tanto sigue siendo semestre de Vicens, tiempo de Vicens, jaja)
un temblor de verdad
Como si hablar fuera extraer la verdad de la vena inhóspita. ¿o no? ¿es esto un habla fuera de foco? No hay voz que no se derrame sin doblar su decir. Hablo. Trabajo cuando hablo y pudiera ser que mi conteo de gota y gratificación se lleve el día hasta el final y entonces se abra.
Mi hablar abre su frontera que fracasa, abre un filo de frotar su colocación y entonces llega. Llego a decir con voz viviente de vocal y es una locura, llego a ti como un temblor de verdad y es una violencia interior. Esto es. ¿Esto es? Esta cita con mi cráneo es un voltaje inmaterial que viene en lengua, que viene en la noche como el hambre que dice y redice su dicción para surgir llena y completa. Llena de ilógica hacia la versificación exterior como si al respirar su propio sitio, fuera al fin, ella misma
( no sé que escribir, los dedos inseguros sobre el teclado, pero es mejor que el poema hable por sí sólo; dire unicamebte que la poseía de Laura Solórzano me hace tener esa clase de fe completamente ciega en el lenguaje)
( agrego el muy neto comentario de Lola :
cierre de paréntesis
11.2.09
Artist's Conception of Quasar at the Center of Distant Galaxy
Mauricio Molina
(Ciudad de México, 1959)
Nocturno
[Texto hallado en un website abandonado. Primera mitad del siglo XXI.]
ubicados en las zonas más apartadas del universo.
A simple vista es imposible distinguirlos
y el telescopio más potente los encuentra con dificultad
ya que su luz tarda millones de años en llegar hasta la Tierra.
Y bien, preguntarás, ¿a qué rayos viene todo esto?
Sólo quiero decir que estás lejos esta noche,
invisible como los cuasares
& también inalcanzable,
y yo divago en esta noche sin estrellas.
***
[ nota del autor no del poema sino del blog, valiéndose de lo escrito en el sitio de la red en donde en donde halló la foto:
Artist's Conception of Quasar at the Center of Distant Galaxy |
A growing black hole, called a quasar, can be seen at the center of a faraway galaxy in this artist's concept. Astronomers using NASA's Spitzer and Chandra space telescopes discovered swarms of similar quasars hiding in dusty galaxies in the distant universe. The quasar is the orange object at the center of the large, irregular-shaped galaxy. It consists of a dusty, doughnut-shaped cloud of gas and dust that feeds a central supermassive black hole. As the black hole feeds, the gas and dust heat up and spray out X-rays, as illustrated by the white rays. Beyond the quasar, stars can be seen forming in clumps throughout the galaxy. Other similar galaxies hosting quasars are visible in the background. The newfound quasars belong to a long-lost population that had been theorized to be buried inside dusty, distant galaxies, but were never actually seen. |
Image: | © NASA/JPL-Caltech/Corbis | |
Collection: | Documentary Standard RM | |
Photographer: | Spitzer Space Telescope | |
Date Photographed: | 2007 |
se cierra el corchete
9.2.09
el epígrafe, el poema
Viviana Abnur(Buenos Aires, 1964)
no te fíes de mí una tortuga de agua en la tierra un abejorro ahogado en miel un desertor en cualquier batalla un niño amordazado Asia era el destino no tus manos el recuerdo de la geografía árabe el cantar de los juglares las huellas del camino grabadas en la piedra y las enredaderas su trabajo milenario de artesano desteñidas al fin debajo de un poroto mal nacido antes después la carne todo inocencia todo abrigo los pies aferrados a la cama buscándose haciendo nudo de otras piernas para echar ancla alguna vez para no caminar más
a un paso de la puerta de hielo el pueblo repollitos de agua camalotes sapos debajo del muelle el río cada tanto la orilla se interrumpe con el residuo de una lancha los padres preparan el asado los chicos hundimos las manos en los espumeros a la noche clavamos el palito despellejamos la ranas freímos en la playa comemos la arena despide al sol se enfría poco a poco
( nota del autor, no del poema sino del blog:
pocas veces las palabras
pocas veces el descubrimeinto del lenguaje
pocas veces el reconocimiento
pocas veces, sí
como la primera vez
pocas veces las palabras
la poesía
los poemas
hay más, faltan más
los poemas
se cierra este paréntesis
7.2.09
( paréntesis)
el pretexto: es jueves.
la excusa: te amo, tengo ganas de pasar mucho tiempo contigo.
el número: tres, los tres.
la preposición: juntos
la comida: tú sabes que fue muy eclética.
el paisaje: alto, muy alto, pocas nubes.
el sonido: de nuestro andar.
el deseo: ojalá esto pudiera ser siempre.
la certeza: estamos juntos.
la vista: hacia el cielo.
lo curioso: el arte involuntario y contemporáneo de los rayones típicos de pubertos.
la pregunta: ¿ podría ser, en verdad, arte contemporáneo? ¿ ready made? ¿ pop art?.
los cuerpos: tendidos cerca de una capilla, mirando al cielo.
la tarde: como se desgrana suavemente.
éste: el sol de mi antojo: está
Todo eso recordaba de súbito, cuando entré al blog de Amaranta y ví la foto. Ala de cuervo, titula a su entrada. Y en efecto, el batir de las alas de cuervo me llevo a ese espacio de mi memoria lleno de lectura, imágenes y preguntas esenciales. Tenían que pasar "el mucho tiempo" con el que inicio esta nota para que se escribiese justo como ahora.
El batir de las alas de cuervo: está.
El tiempo: éste.
La foto: ésta:
de cómo ponerse pacheco y escandalizar al mundo
Phelps, Nadal y el derecho a la intimidad
7 de febrero.- Juega el Madrid, hay fútbol, pero espero que los internautas entiendan la pequeña profanación de este espacio, de este blog, para dedicar unas líneas a la polémica foto de Michael Phelps, fumando marihuana, y la sanción de tres meses de la que ha sido objeto por parte de la Federación de Natación de Estados Unidos. Para empezar, estoy absolutamente en contra.
La marihuana no mejora el rendimiento deportivo, a pesar de que el cannabis se encuentra en la lista de sustancias prohibidas y sus positivos pueden ser sancionados, aunque sólo en periodos de competición. Es por eso por lo que para castigar al nadador americano se recurre a la imagen, al perjuicio a unos valores que transgreden el modelo que debe representar todo campeón.
Un rol que no eligió Phelps, sino una sociedad a la caza continua de referentes morales, práctica frívola y peligrosa, que suma decepciones porque la victoria está asociada a la competición, no a la moral. Juan José Sebreli, autor de Comediantes y Mártires, último premio de ensayo de la Casa de América, escribe que "los mitos son una creación de las sociedades enfermas". Atrevida afirmación, pero interesante.
La contradicción que representa el episodio de Phelps atrapó de lleno la carrera de Maradona, que durante una rueda de prensa, en Madrid, dio un lúcido consejo: "Díganle a los niños que los héroes son los padres". El propio Phelps lo sabe, porque fue un niño hiperactivo, con problemas de fracaso y siempre a la sombra del tesón de su madre, divorciada. Cuando en las ruedas de prensa, en Pekín, le hablaban de Mark Spitz, respondía con desgana. Cuando encontraba a su madre en la grada, se le abrían los ojos.
El problema de imagen que ha originado debe ser juzgado por quienes se han asociado a ella, en este caso los patrocinadores. Es comprensible, pues, que Kellogg's haya rescindido el contrato que tenía con el nadador. También por los aficionados y por el propio protagonista, arrepentido ya de lo que considera un error. Pero nunca por los organismos que vigilan la competición, porque, sin entendemos que fumar marihuana fuera de la competición no altera el rendimiento, estamos convirtiendo a las federaciones en un custodio moral, con derecho a entrometerse en la intimidad del deportista, un derecho que está por encima de cualquier reglamento.
Ese derecho es el que quieren proteger otros campeones, como Rafa Nadal, lanzado a una cruzada contra lo que considera un abuso de la lucha antidopaje, que exige a los deportistas estar localizables los 365 días del año para ser sometidos a controles aleatorios. Nadal, junto a Andy Murray, se han revelado con toda razón contra normativas que vulneran los pilares del estado de derecho en la mayoría de países democráticos, que no respetan el principio 'in dubio pro reo' y que parten prácticamente de la presunción de culpabilidad.
La ley antidopaje española, por ejemplo, pone algunos límites, pero el deportista es hoy un personaje global, que transciende las fronteras y debe someterse a las exigencias de la Agencia Mundial Antidopaje. Que el dopaje es una gran lacra a combatir es una realidad, pero es discutible que un deportista dopado sea un peligro para la sociedad y, en ocasiones, su persecución es menos garantista que la de un delincuente.