29.3.06

No es atroz,




Recordemos:

yo no soy culpable

yo sólo he sido hablado

me llamo:
ROMPER EL HIELO: NOVÍSIMAS ESCRITURAS AL PIE DE UN VOLCÁN(Toluca: Bonobos-ITESM-Campus Toluca, 2006).

La primerísima presentación del primerísimo libro del taller Escrituras Colindantes del ITESM-Campus Toluca se llevará a cabo mañana miércoles, a las 6:00 pm, en los patios que separan-unen a los edificios Aulas II y Aulas III. Habrá antologados, bocadillos, nubes altas.


DEL PRÓLOGO: PALABRAS PARA EMPEZAR A ROMPER EL HIELO

Cristina Rivera Garza

Romper el hielo es una forma de aproximarse. Romper el hielo es otra manera de decir “el inicio”. Romper el hielo es violentarse, abrirse, soltarse. Romper el hielo, en un valle regido por un volcán nevado, es una declaración objetiva de los hechos. Un taller literario puede ser muchas cosas—un foro de discusión, una interlocución permanente, un lugar de concentrada lectura, un refugio del mundo exterior, el sitio perfecto para el ejercicio de la crítica, una familia ficticia, otro plano de la realidad, un espacio en el que se entrecruzan deseos de la más variada índole. El taller Escrituras Colindantes del ITESM-Campus Toluca ha sido eso y más en su corta historia. Las novísimas escrituras que componen este libro son resultado de la siempre interesante práctica que es la lectura colectiva—cuidadosa, inmisericorde, puntual—y de esa otra usanza, acaso en peligro de extinción, que es la crítica rigurosa y fraternal, informada y abierta al diálogo. Por eso este libro es, como todo libro que contenga piezas de escrituras diversas, apenas un atisbo de las múltiples experiencias con las que se ha hecho y se está haciendo la historia cotidiana de un taller que, además, está ubicado en un valle desde donde siempre se puede avistar un volcán.Este libro es, además, y por supuesto, una apuesta. Quisiera poder decir que la selección de textos aquí presentada es mía pero, en sentido estricto, este libro es una apuesta de todos los talleristas que, lunes a lunes, vertieron comentarios, escribieron notas críticas en los márgenes de los manuscritos más diversos, o se quedaron a la hora de la salida para seguir platicando de lo mismo. Ese filtro común, esa lente comunitaria, tuvo mucho que ver con que se congreguen aquí las cuidadas narraciones fragmentarias de Susana Bautista—una de las comentaristas más activas de nuestras sesiones semanales—y las crónicas urbanas—agudas, amenas, intrigantes—con las que Brenda Peralta nos descubre aspectos olvidados de una ciudad que, además de ser nuestra, es industrial y, de otra manera, estereotípicamente anodina. Aquí se encuentran también los primeros textos de Rebeca Martínez, una narradora nata cuyo manejo de la prosa puede transformar un pequeño incidente—me atrevería a decir que cualquier pequeño incidente—en un momento de suspenso a la vez sutil e insoportable. Además de participar en la creación de escriturascolindantes.blogspot.com, la bitácora electrónica colectiva del taller, José Antonio Porcayo, Abraham Morales Moreno y Nadlleli Bastida ofrecen aquí sus primeras intervenciones textuales en papel. Del primero, van aquí narraciones en las que la violencia, ya contenida o ya explícita, juega un papel fundamental. Una prosa delirante que bordea, y provoca, los límites entre la prosa y la poesía, caracteriza el ejercicio escritural del segundo. Tanto en las crónicas taurinas, que llevan por título La Toricantana, como en las líneas versales de la tercera, el lenguaje se mueve con la precisión y la elegancia de una mordaz estocada. Tan joven como Abraham Morales Moreno, quién también llegó al taller como recién egresado de la preparatoria, Carlos Zermeño nos sorprendió desde un inicio por el hálito experimental de sus relatos—textos que no solamente exploran instancias de violencia cotidiana sino que, además, la encarnan, y esto sin concesiones, tanto en su estructura como en los ritmos de sus lenguajes. Acaso la más joven, y en este caso la más sucinta, de las autoras sea Montserrat Reyes Orraca, quien elaboró una minificción reuniendo, de manera insólita e inquietante, líneas que había desechado de otros textos. Efrén Chávez Cruz, que ya antes había publicado poesía, nos entrega una narración donde el erotismo y la nostalgia funcionan en contubernio con el humor. El erotismo, además de su interés por las estrategias textuales de cierta poesía concreta, constituyen los puntos nodales de los poemas de Rafael Chávez Lucio—construcciones contemporáneas que, sin rubor, descubren las manías del cuerpo y la tecnología. La carcajada, que me atrevería a calificar de bajtiniana por su afán crítico y dialógico, la produce el texto de Javier Dubouix, quien llegó al (y desapareció del) taller como el errante uruguayo que es. Y algo igualmente sonoro logra Laura Zúñiga en una entrega que le valió el segundo lugar en el I Concurso de Cuento “Locura, Muerte, Enfermedad”, organizado por la Biblioteca Eugenio Garza Sada del ITESM-Campus Toluca en el 2004. Tal como Susana Bautista, Paola Abán juega, sin recato, con las estructuras fragmentarias del texto, produciendo mundos ambivalentes y complejos que retan la linealidad del relato, de la vida misma y, por supuesto, de la lectura.Decir “romper el hielo” en relación a estas escrituras es otra manera de referirse a la vocación lúdica y colindante de los textos—cuentos que parecen servirse de líneas versales, versos que parecen tener la vocación de la prosa, poemas que parecen contar una anécdota, relatos que parecen obedecer a los ritmos sincopados de un asalto. No creo que este tipo de anhelos, que este tipo de riesgos, sea casual. Estrechamente ligadas a la materia que los produce—un mundo en ebullición signado por una violencia, ya física o ya espiritual o ya tecnológica, que nos enuncia entrecortadamente, repetitivamente, obsesivamente—estas exploraciones formales intentan, como lo deseaba la experimentalista norteamericana Gertrude Stein de todo texto, encarnar en la escritura las velocidades y texturas del mundo contemporáneo. Llama la atención que, para ello, estos jóvenes autores no recurran a un rechazo rígido de las múltiples tradiciones literarias que los anteceden, sino que opten—con la ligereza y el arrojo del recién iniciado—por una interacción dinámica y crítica con las tradiciones de las que parten para producir, eventualmente, sus caminos propios.Mención aparte merecen los textos de Sylvia Aguilar Zéleny, Amelia Suárez y Alberto Chimal porque, a pesar de que no formaron parte presencial del taller de Escrituras Colindantes, sí forman parte del taller de Escrituras Colindantes. Sylvia Aguilar, escritora no sólo de vasta experiencia sino también de una deliciosa vena ligera y derivativa, obtuvo, con Gatos, el primer lugar del Primer Concurso de Cuento “Locura, Enfermedad, Muerte”. Y todo esto desde Hermosillo, Sonora. Ex-alumnos del ITESM-Campus Toluca y escritores con bibliografía y propuesta propia, la poeta Amelia Suárez y el narrador Alberto Chimal hacen que las palabras “estar de plácemes” tengan un significado a la vez peculiar y entrañable. Mientras leía los textos que generosamente ofrecieron para formar parte de este hielo que se rompe, no dejé de preguntarme si será cierto aquello de que todo regresa, finalmente, al volcán del que parte.Por ya más de tres años, los integrantes del taller no sólo nos hemos reunido cada lunes por la tarde llueva, truene o relampaguee (y, en las Tierras Altas, esto es más que un decir), sino que también hemos entablado diálogos muy cercanos con los autores mexicanos que nos han visitado gracias a la Serie de Escritores que organiza la Cátedra de Humanidades del ITESM-Campus Toluca. Con una rica dinámica interior y una constante estimulación del exterior, los talleristas que así lo han elegido se han ido convirtiendo poco a poco en escritores—seres comunes y corrientes, como se dice, que han hecho de la aguda observación del mundo una misión y de la exploración del lenguaje una práctica cotidiana; seres, sobre todo, que se cuestionan y, cuestionándose, cuestionan a su entorno; hombres y mujeres que, con sus palabras, rompen el hielo, en todos los sentidos del término, aquí y ahora, frente a nuestros ojos.Es preciso mencionar, con agradecimiento y aprecio, que este libro no habría sido posible sin el espacio, tanto a nivel físico como simbólico, en que se lleva a cabo todavía el taller de los lunes—un salón, equipado con tecnología de primer orden, del ITESM-Campus Toluca. El apoyo incondicional y entusiasta de Luis Palacios, director de carrera de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación, nos ha asegurado un flujo constante de conversos. El cuidadoso trabajo de recolección y edición de José Antonio Porcayo, asistente estrella, hizo posible todo lo demás.
--crg
( agrego: habrá nubes altas, muy altas. Sí. Altas)

EL comienzo del Inicio

And so it is,


justo como pensé que sería, sólo que cuando menos lo esperaba.

Tiempo presente: antefuturo: hoy: 6:00 pm: no hay duda:

este es el inicio del comienzo, la hora de la verdad, el minuto más incierto dentro de algo que todavía no sé.

Y yo no puedo usar el lenguaje para explicarlo.

Sólo sé que hay una extraña concatenación de causalidades:

y este es el resultado.

Y lo digo:

eso reta la capacidad explicativa del lenguaje


Nunca olvidaré este antefuturo

Jamás olvidaré el después


hay que verlo

habría que verlo


me llamo ente lleno de anticipación

me llamo resolana de las seis de la tarde

me llamo algo que no sé

me llamo cuerpo que si esta

me llamo ente que escucha

me llamo ente que escribe

me llamo terror

me llamo hombre enfermo de palabras

me llamo perifñerico, ajeno, molécula extraña

me llamo otra cosa

me llamo plagio

me llamo días en que soy feliz

me llamo todas las cosas

me llamo afortunamente

me llamo cuerpo que no esta y esta


Y más: