8.6.09

para vivir alegre



El papá de mi abuelo tiene 89 años. Hoy lo supe. Hace poco, en enero, murió la abuela. Supé que estaba triste por eso.Mi bisabuelo. Tal vez esto es un lugar común. Lo único que quiero evitar es el tono tristón. Mi bisabuelo es alguien muy alegre, dicharachero. Sus manos arrugaditas y suaves. Me gusta tocarlas y sentir el calor de sus manos en las mías.Lo recuerdo muy bien: doblando en la esquina para llegar a mi casa, con el lazo del burrito a cuestas, con su sombrero, con sus huaraches, con su suéter azul rey de lana delgada; entonces llamaba "hija" a mi mamá Mary, su nuera, y mandaba por una cerveza victoria.El abuelito Andrés siempre platica, ríe, cuenta cosas chuscas. De los pocos recuerdos que tengo, no hay uno donde és este enojado.
Ahora, sus pasos son lentos y,no sé porque este adjetivo me resulta inevitable, cálidos.

Ahora, tiene que andar con cuidado y con la ayuda de una andadera. No le gusta estar encerrado: él quiere sentir el aire, el calor del sol, fumarse sus alitas( uno por día) a un lado de la puerta.

Ahora, se queja y dice que "le hacen lo que quieren".

Ahora ,dice que no le den de comer a la esposa de uno de sus nietos( la güera), ya que ella es quien lo inyecta.

Hoy, recordaba con alegría las ocasiones en que, demasiado ebrio, iban por él y lo llevaban a su casa en carretilla(!)o cuando terminaban durmiendo( y roncando como marranos, a decir de él) en donde cayerá( el abuelito sí que sabía divertirse).

Hoy hablaba conmigo, quizá él sin saberlo: dijo que el jarabe sabía como un chincholito: dulce, suavecito; por muchos años el abuelito Andrés, y toda la familia( incluído papá Martin), hacían ollas que vendían, hasta donde sé, en lugares como Metepec,Tianguistenco, Ciudad de México; tambíen raspaba pulque, recuerdo la gran tinaja verde, la tapa negra. Hoy se acordaba de todo eso: de la boota( otomí)para almacenar el pulque, del acocote(nahuátl) para extraerlo.

Hoy también sus ojos ven muchas cosas que nosotros no.Un mundo aparte. Platica con gente que no está.Hoy su memoria está en otro lugar. Otro sitio. Un mundo aparte. Sus ojos. Todo lo que han visto.

Me gusta ecucharlo, mi abuelito me da un contexto, una historia, un lugar, un nombre, un apellido, por decir algo. Algo que no puedo verbalizar del todo.Muchas cosas que de pronto olvido y que siempre es bueno recordar.

El abuelito Andrés tiene 89 años. Sus manos son cálidas. A mí me gusta tocarlas. Hoy fui a visitarlo. Hoy toqué sus manos.

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