25.11.07

Susana platicó toda la noche. Tengo insomnio-decía. Jen y yo escuchabamos. A veces el seuño nos quería ganar pero queríamos seguir escuchando a Susana. Y los tres continuamos en senda conversación. A la mañana siguiente fue todo rápido: el autobús, el taxi, llegar a CU, ir Filológicas, no entrar a clase del freaky.
A eso de las cinco el sueño nos vencío. En la cafetería de arquitectura comíamos en un estado semi-inconsciente. Nos fuimos a las islas y dormimos profundamente, hasta el que el frío nos despertó. Nada mal después de una noche en,placentera y voluntaria, vela.
Anecdótas que se vuelven únicas, irrepetibles. Pensar en las personas entrañables que uno tiene. Que uno sabe. Todo eso.

Hofer aus Toluca.

La última vez que ví a Jen Hofer, ella se despedía de Amaranta y de mí, en pleno malecón de Playas de Tijuana. Todo bajo un sol resplandeciente. Y después de unas tostadas de marlín en un restaurante- el vallarta(?) creo- y unas chelas. Y por supuesto: el delfín de rigor saltando del mar que es casi gris.

De Hofer recuerdo entre muchas otras cosas-además de la risa franca, abierta: carcajada- esa pasión por traducir, por la poesía, por el mundo. Escribir poesía es traducirnos todo el tiempo. Y Jen Hofer volvió a Tierras Altas para dar la conferencia-charla para inagurar la Semana de las Mujeres Traducidas. Y no todo acabó ahí. Siguio la plática, la conversación, el compartir. Todo inagurando cierta chimenea. Todo cuando estamos bajo la palabra reunidos. Jen (alias ferucha) le comentó a Jen H.,de su intención de hacer un ensayo ( o tesis o tesina o traducción comentada) acerca de la traducción poética. Cosa que entusiasmo a Hofer y por tanto a Ferucha más de lo que ya estaba. El buen inicio.

Y todo lo que se congrega alrededor de la poesía. Y lo que disemina.

XI la palabra fatalidad

XI la palabra fatalidad

La Nostálgica suplica jadeante por verlo, por oír su lento rumor, por su rostro contemplar.

La Táctil se inclina poderosa, por su salvación.

En tanto, la pobre de La Extranjera habita un lugar que nosotras desconocemos. Varias cuentan que por su lengua pasan palabras que ni ella misma reconoce. Algunas otras dicen que hubo un día en que sólo repetía venerabilis , todo el tiempo, sin detenerse y en distintos tonos.

Ha sido La Táctil, quien me ha dicho que un día La Extranjera entró en su lecho, queriendo compartir el calor de su cuerpo, oliendo a membrillo y a lejanía, y de inmediato comenzó a pronunciar algo en su idioma.

Me dice La Táctil que todo eso le sorprendió pues, por lo regular- dice, soy yo quien comienza a recorrer los cuerpos otros. En este caso sucedía todo lo contrario: las manos y las palabras de la otra invadían el cuerpo sensible de La Táctil, recorrían su cuerpo, sus bordes minúsculos, recorrían la savia que la envolvía, la corteza de su piel: su piel como manto. La Táctil dice que, al final, La Extranjera sólo la abrazaba y que repetía en voz baja y cerca de su oído Du bist min, Ich bin din. Y que ella, en ese justo momento no supo que decía. Intento, en vano, averiguar el significado de tales palabras, pero la otra mujer sólo sonreía de un modo completamente extraño. Ajeno. Extraño como toda ella. Al siguiente día la mujer misma, la que todo posee, amaneció sola.

Salió y sólo encontró la lejanía del paisaje. El viento suave que golpeaba su rostro.
La certeza de que tuvo un sueño.
La duda de sí se había tratado de una pesadilla.

Y el alimento estaba ahí. Sobre la tierra.*(1)


* Romper el hielo: Novisímas escrituras al pie de un volcán: El lugar (re) visitado. ( Ciudad de México. Colección Editorial El Zócalo, 2007)

(1) Fragmento del libro inédito En cuanto al mar.
[Te daría el cuerpo salado de un mar que no he visto. Te daría la voz suave del árbol que palpo. Y haría un manjar de sonidos que durmiera el silencio rumiante de tu cuerpo. Tocaría el ruido que viertes a lo lejos. Y recordaría tus muslos. Perfectos. Como si fueran el abismo. Como si fueran en verbo perder. La palabra equidistante en mi orilla del aire. El labio vertical que roza mi vientre. Y que la cercanía fuera una herida suave que doliera y gustara y no cesara. Y que el fuego fuera una herida suave que doliera y gustara y no cesara. Y el fuego sería el dios pequeño que habita en la techumbre. Escasa. Y dirías algo que nadie entendería, excepto el inmóvil. El bruto. Y volvería a los muslos. Al vientre. Al calor que desliza. Habría algo real.

Y el frío nunca sería cuerpo perdido]*


* Romper el hielo: Novisímas escrituras al pie de un volcán: El lugar (re) visitado.
( Ciudad de México. Colección Editorial El Zócalo, 2007)

[aire]

habló del sitio de las horas bajo jacarandas de las praderas y su verdor

el alto verdor


del aire. Sólo el aire y la ausencia de silencios

las hojas fluían bajo hechizos fáciles y destrezas

como imantadas como anuncio


la faz del paisaje también fue otra

la tierra también


un paraje desconocido una invitación a la resolana de las 6:15

un haz sobre la mejilla que nunca puso

el estigma o la marca cerca de la nariz



habló de cuando las codornices descendían y el altar era construido

cuando todos eran ungidos


del bálsamo y los afeites y de alguien enjuagando los pies

y de nuevo las hojas y la resolana avisando

habló de que el atardecer era un atardecer de mandarinas


el aire nunca había sido tan azul *



* Romper el Hielo: Novisímas escrituras al pie de un volcán: El Lugar (Re)visitado
(Ciudad de México. Colección Editorial El Zócalo. 2007).

[método temporal]



Y descansábamos bajo un limbo de nubes y astillas

bajo techos grises

bajo ojos de resplandor

ya no hablábamos del lenguaje

el lenguaje era un cuerpo no habitado

un cuarto vació sin puerta

donde los parias se rendían con gestos arbitrarios


caminábamos bajo grupas terrenales y enfrentábamos el aire

con el gesto renegado de nuestras manos

era una imagen tan absurda como irrepetible



la banalidad más oscura

más luminosa

más empírica


nuestro método no era más que la invención misma del camino


nuestro avanzar no era ni lento ni furioso


y nuestras manos se tocaban bajo el mar de crestas obvias

era el mar de la inexactitud
era el mar de bravura
era el mar irremediable
era el mar de hierbas y sales



y piedras que rozaban nuestro talón nuestro codo


los pasos eran sobre hilos de enfermedad

canciones con lenguaje de cirio


palabras caían como flechas


él era el dardo más fiel de mi insomnio de paisajes y faz que a veces parecía terrenal

cuerpo dentro de algo
cuerpo dentro de paréntesis
su cuerpo entre comillas




él era una palabra a punto de ser dicha
en ese momento justo en que la dicción permea el aire enfermo de la realidad

el cielo oblicuo de la realidad
el sonido de pretérito imperfecto que es la realidad misma



y buscamos la nada:

la levedad de la una costilla de alguien con dolor


la no- existencia de una hoja

planicie del desierto


y el tiempo fue el paso de las manecillas y su andar y su marcha

sin celo de los árboles que frondosos retaban nuestros cuerpos

nuestra invención misma

nuestra invención otra



También fuimos otros*





* Romper el Hielo: Novisímas escrituras al pie de un volcán: El lugar (re)visitado
(Ciudad de México. Colección Editorial El Zócalo. 2007).

20.11.07

cero y van dos

Felizmente: tenemos otro libro. Y cuando digo tenemos me refiero a todos aquellos talleristas irredentos del Taller de Escrituras Colindantes. El libro es resultado de la invitación que se le hizo al taller - y por supuesto, a los talleristas- a dar una muestra en público de su dinámica. El libro fue presentado junto con el antecesor en la FFyL.

Y por cierto hablando de esa presentación que fue todo un éxito. La verdad nos fue muy bien. Y fue un privilegio tener a Rosa Beltrán y a Mariana Ozuna como lectoras y presentadoras. Es de agradecer su generosidad, su talento. Además de tener a la queridisíma doc Cristina Rivera Garza en la facu. Y por supuesto Susana como moderadora.A Jen, Pepe, Brenda, Saúl, Nadlleli. Y para cerrar con broche de oro la presentación de No tiene nombre el paraíso de Laura Zuñiga. Una tarde noche -felíz que terminó con muchos brindís ^_^.



He aquí el libro:

Nunca los días de otoño me habían gustado tanto. Jen y yo solemos tirarnos en ls islas mientras el viento hace caer las hojas de los árboles sobre rostro y cuerpo. Podría definir la palabra felicidad con ese instante. Este otoño si es real. Más que real.

erga

A diferencia de Homero cuya poesía épica, tuvo la vista puesta en un pasado heroíco; la de Hesíodo fijó esa mirada en el presente, el mundo inmediato de la Beocia, un interés marcado en la vida de los hombres, en concebir un mundo debidamente ordenado.


Todo eso y más pensaba yo al ayudar a mi abuelo con ciertas labores, dígamos de inspiración agrícola, algo que es tradicional en esta época en las tierras que habito. Mientras cavaba en la tierra, recordab que aquello que enalteceal hombre es el trabajo( juro que no pensé en Auschwitz sino hasta ahora, pero ahí el lema fue distinto).El caso es que finalmente la labor cotidiana, curisomente, me ayudo a esclarecer algunos conceptos que encontré leyendo la introducción para las obras de Hesíodo. Una buena metáfora. Todo esto.

¡Canta, oh diosa!

En el quinto semestre de preparatoria. En aquella ciudad a veces mezquina. En clase de Clásicos de la Literatura la encomienda fue leer La Ilíada. El ejemplar: la versión de Luis de Cégala(?) Algomás. La edición: Editores Mexicanos blabla. El triste final de ese libro: arrumbado, nunca léido, y humedecido ( sic) en una noche de borrachera( no más detalles).


Ahora en pleno otoño de 2007 las cosas pintan muy distino: he concluído finalmente La Ilíada, en la versión del Dr. Ruben Bonifaz Nuño. Y eso me hace sentir contento. Es algo simple pero que me produce cierta felicidad. Pues se me hacía un texto imposible. La razón: simplemente llegaba a la página 80- en versión mencionada arriba- y no había más. No era el lenguaje. No era la extensión, después de todo me aventé Ana Karenina, y en inglés. Creo que fue que realmente logré una cercanía con el texto a través del contexto. Ese contexto me lo dio la clase de civilización grecolatina. Esa vuelta al mundo griego. Ese mirar hacia el origen. La poesía.la traducción. Todos los nombres y las naves y los dioses y diosas y las batallas. El inicio: canta oh musa!. Yo me quedo con el sabor dulce de haber saldado una deuda. Una de ls tantas que tengo con los libros. Con la literatura.

Ahora, el gusto de decir muy conspicuamente: he leído.