Un libro que no es un libro sino dos libros o tres o cuatro libros o más, o tal vez, uno sólo, tal como Mario Bellatin lo, quizá, propone: “cuando tres novelas aparecieron publicadas en un mismo volumen, el escritor advirtió una suerte de unidad que le hizo pensar un tanto puerilmente en que todos sus libros no son más que uno”(1) . Cito sin citar: un libro que un libro, y no sólo una mercancía, rompe con los esquemas de lectura, un libro que me hará detener su lectura para preguntarme qué estoy leyendo, un libro que, por tanto, seguiré leyendo Un libro que, a través de su lenguaje, contiene guiños, o mejor aún, puñaladas. O un libro que explote en las manos.
Todo eso y, por supuesto más, es Lecciones para una liebre muerta, contada en 260 fragmentos que nos hacen saber de los rituales de un poeta ciego que realiza negocios, irónicamente poco claros, un tanto turbios. Del escritor que busca un lugar solitario y silencioso para escribir. Un traductor cuya hermana literata muere repentinamente, unos mellizos- los Kunh- adoptados en algún momento por la misma hermana literata; de los universales y de los recluidos en la ciudadela final, y de sus perros de pelea: bull terriers inmisericordes. También de Margo Glantz, y de cómo ésta crea un golem para evitar que una mujer coloque una bolsa con hígados hervidos en la puerta de la casa de la escritora , con el fin de alimentar a su perra. Sabremos del escritor que es/ no es Mario Bellatin y de cómo su mano artificial le juega bromas pesadas. El escritor también hablará de los sueños que su hijo le relata , en los que siempre aparece un camión irrumpiendo en lugares cerrados.
Todo en un juego de relatos que se intercalan, dispersan, se aluden o se reflejan en un ejercicio narrativo sin ninguna clase de concesión. El escritor que es/ no es Mario Bellatin nos hablará constantemente de las obsesiones de su abuelo: la historia de una extraña mujer llamada Macaca, que tuvo un amente asiático- quizá Bruce Lee- que se dedicaba a hacer zapatos con las pieles de ratas que el mismo cazaba. O de la visita al zoológico que hizo con su abuelo: la imagen de los camellos aburridos, tristes. Y la liebre muerta del título que no es más que un hombre que abusó de su sobrina-,quien tuvo una hija producto de ese incesto y que muere al mes de nacida, y por tanto, el hombre se convierte en una liebre que en las noches lanza gritos agudos, terriblemente desesperados. Lo anterior por una creencia quechua: una forma de castigo al incesto. La historia de la liebre es contada por la madre de la niña a Macaca, quien terminará viviendo en las regiones quechuas, haciendo los dibujos en los funerales preferentemente de criaturas no deseadas.
El escritor que es un personaje de sí mismo y del libro nos hará saber los distintos métodos y medicamentos para aliviar su asma, una idea que quizá como fondo " escribir a partir de la no experiencia, utilizando las huellas de lo deforme y enfermo de mi cuerpo como superficie" (2) . Y también hay un filósofo travestí, tímido estudiante que, mientras visita al escritor Mario Bellatin y discurre sobre Kant o Nietzsche, se transforma en una agresiva mujer que vive lúdicas experiencias nocturnas con los solitarios o los bulliciosos.
Todo eso y, por supuesto más, es Lecciones para una liebre muerta, contada en 260 fragmentos que nos hacen saber de los rituales de un poeta ciego que realiza negocios, irónicamente poco claros, un tanto turbios. Del escritor que busca un lugar solitario y silencioso para escribir. Un traductor cuya hermana literata muere repentinamente, unos mellizos- los Kunh- adoptados en algún momento por la misma hermana literata; de los universales y de los recluidos en la ciudadela final, y de sus perros de pelea: bull terriers inmisericordes. También de Margo Glantz, y de cómo ésta crea un golem para evitar que una mujer coloque una bolsa con hígados hervidos en la puerta de la casa de la escritora , con el fin de alimentar a su perra. Sabremos del escritor que es/ no es Mario Bellatin y de cómo su mano artificial le juega bromas pesadas. El escritor también hablará de los sueños que su hijo le relata , en los que siempre aparece un camión irrumpiendo en lugares cerrados.
Todo en un juego de relatos que se intercalan, dispersan, se aluden o se reflejan en un ejercicio narrativo sin ninguna clase de concesión. El escritor que es/ no es Mario Bellatin nos hablará constantemente de las obsesiones de su abuelo: la historia de una extraña mujer llamada Macaca, que tuvo un amente asiático- quizá Bruce Lee- que se dedicaba a hacer zapatos con las pieles de ratas que el mismo cazaba. O de la visita al zoológico que hizo con su abuelo: la imagen de los camellos aburridos, tristes. Y la liebre muerta del título que no es más que un hombre que abusó de su sobrina-,quien tuvo una hija producto de ese incesto y que muere al mes de nacida, y por tanto, el hombre se convierte en una liebre que en las noches lanza gritos agudos, terriblemente desesperados. Lo anterior por una creencia quechua: una forma de castigo al incesto. La historia de la liebre es contada por la madre de la niña a Macaca, quien terminará viviendo en las regiones quechuas, haciendo los dibujos en los funerales preferentemente de criaturas no deseadas.
El escritor que es un personaje de sí mismo y del libro nos hará saber los distintos métodos y medicamentos para aliviar su asma, una idea que quizá como fondo " escribir a partir de la no experiencia, utilizando las huellas de lo deforme y enfermo de mi cuerpo como superficie" (2) . Y también hay un filósofo travestí, tímido estudiante que, mientras visita al escritor Mario Bellatin y discurre sobre Kant o Nietzsche, se transforma en una agresiva mujer que vive lúdicas experiencias nocturnas con los solitarios o los bulliciosos.
Pienso en la enfermedad como supeficie. En el cuerpo deforme y en el libro deforme que, aunque deforme forma, sin embargo, algo. Veo, ahora mismo, los rituales de apareamiento y muerte de los peces contenidos en una pecera que le obsequían al escritor Bellatin: la gata celosa o el proceso de aprendizaje de un cachorro como posibilidades narrativas(3) que surgen al echar una mirada a otros mundos imposibles. Y en efecto hay un lenguaje helado, brutal. Un lenguaje punzante. Posibilidades atroces. Una perfecta máquina de narraciones que se generan una a otra.Una literatura dentro de una literatura que es muchas literaturas. O que podría serlas.
En efecto: un viaje o una visita a cierta clase de museo del mal. Algo que horroriza pero que, sin duda, al final gratifica. Un libro que es varios libros, y por tanto, un verdadero libro. Y tengo que saber más. Màs sobre Joseph Beuys. Y todo está vacío.
Mario Bellatin, Lecciones para una liebre muerta.(Barcelona: Editorial Anagrama, 2005)
(1) Lecciones para una liebre muerta (Barcelona: Editorial Anagrama, 2005), 130.
(2) ídem, 133.
(3) ídem,199. ]
(2) ídem, 133.
(3) ídem,199. ]