La voz del joven poeta
parece divertirse al hacer
escarnio de sí mismo.
Se contempla en el espejo del mundo:
rostro gris, sonrisa desértica, latidos
discretos de ironía falaz, risa de su creación.
El joven poeta parece ser el primero en
creer en su oficio,
cree que es divertido,
cree que basta confiar;
entonces al hacer suya la palabra
se convierte en semi-dios,
pero el joven poeta no sabe
que ha aceptado la esclavitud de las palabras,
ellas lo han elegido como sirena a su Ulises;
Pobre joven poeta-ulises
nunca encontrará su Ítaca,
nunca volverá a marchar
sobre el camino.
A pesar de todo el joven poeta
parece llorar de felicidad; así lo
ví antes de su último viaje.
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