Terso murmullo
en el paladar
agrio de un dios incoherente; el
resto de la idea se perdió en el camino.
Tan frágil la vida
tan miserable es el cuerpo;
la propia existencia es la tracición,
el sueño para siempre adormecedor.
Las preguntas, más preguntas
sin cauce tangible;
aquí estabas, te podía ver,
mis pupilas dilataban sus pequeños contornos,
la imagen apenas clara se perdía
en la oscuridad estrechamente femenina de un camino sin retorno.
Yo pretendo seguir aquí:
con mi fuego, saliva
con mi fuerza, palabra
con mis sueños, ojos
con mi lengua, pecado
con mi sexo desnudo, misterio
con mi búsqueda, lágrimas
con mi voz.
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