Guillermo Samperio
El Financiero
Viernes 25 de junio de 2004.
Cultural, pp.40.
En una sociedad competitiva como la nuestra es inevitable que la ideas de éxito la miremos bajo los moldes que ella determina, incluso antes de que uno haya nacido. No faltará quien diga que hasta en la naturaleza así sucede: cada especie animal marca su territorio y quiere el mejor, y si es preciso desplazr a la otra especie para quedarse con el territorio ajeno,pues es pertinente,ya que hasta el maniqueo de Darwin así lo sustentó.Si está es la idea, yo también estoy de acuerdo: nos seguimos comportando como las otras especies animales , como non sapiens. A la que pertenecemos es a la que, en apariencia, ha logrado el éxito, ya que le ganó la guerra a las otras y las tiene sometidas(sobre el darwinismo: no se puede hablar de "razas"; antropológicamente se dice "grupos étnicos").
Vulgarmente, mucha autonombrada gente supone que alguien es exitoso porque sale en la TV, en la radio, en los diarios, en las revistas, tal vez Hola, Quién o People, auque cada región y hasta cada pobaldo tiene un medio equivalente a estas revistas de gran circulación.Puede ser la mujer del año, el emjor estudiante de la secundaria Ignacio Zaragoza, la chica más popular de la prepa 3 o de la Ibero-zona sur. Hay un periódico de circulación chilanga, de nombre Metro,que los fines de saman trae página de sociales donde sale fotografiada la gente importante de Mixcalco, Nezahualcóyotl o Iztapalapa y todos ponen cara de éxito.
Cada rama de las humanidades, la ciencia y la tecnología, tiene sus rituales de competitividad y para valorar el éxito, auque en muchas casas de estudio, o de investigación, no están la frente los más inteligentes, sino los más grillos, los más influyentes, los de más charm, los más guerreros.
Bien ,esta manera de medir el éxito corresponde a una imitación y aveces a un reflejo de las leyes de mercado preponderante. Con la globalización, se han incrementado estas ideas de competencia; pero al mimso tiempo, al menos en México, ha aumentado el número de suicidios de jóvenes y la depresión ha crecido de forma alarmante.No es neceario decir que el suicidio(no todos) y la depresión(no todas) tienen un fuerte olor a fracaso, decepción e impotencia. Sumémosle además que desde el seno familiar se impulsa está visión del éxito(al más prieto le dicen negro y al menos moreno güero,por ejemplo), pues de manara ganeral vivimos en una sociedad dominada por el catolicismo que es castigador, autopunitivo, cultiva la cultura del pecado y la culpa en la base familiar; esto inserta una voz en el individuo, llamada "yo padre", por Erick Berne, que en general es crítica,cuestionante, y no nutritiva, no amorosa, no autovalorativa.En tal contexto y con mandatos interiores que nos lanzan más hacia el fracaso y la derrota, alcanzar el éxito es casi un acto de heroismo.
Berne propone otra manera de afrontar el éxito: el competidor es uno mimso y se compite con base en metas.Cualquier propósito,por "despreciable" que parezca, debe tomarse en cuenta, sobre todo ante las macrometas que a diario escuchamos en la comunicación mediática: cuánto puntea la bolsa, a cómo está el dólar, quién es el hombre más guapo del año, quién ganó el concurso equis. Terminar de pulir el mueble, acomodar la ropa de cajón,pasar un examen de los díficiles , traer boleados los zapatos una semana seguida, son metas valiosas. No importa la edad que se tenga ni el nivel social, en un pliego de cartoncillo se rememoran las metas cumplidas y las incumplidas y, con seguridad las palomitas llenarán la hoja y se puede decir con confianza, que se es exitoso. Claro, no se pongan metas como comprarme un BMW el mes que entra si se tienen sólo pra el microbús.Yo terminé de leer una novela que tenía atrasada por dos meses el fin de semana pasado.Fui ante el espejo y me dije:"Guillermo, te felicito,tuviste un éxito más". Estas felicitaciones reiteradas serán una manera de ir creando el padre nutritivo y amoroso que no tuvimos.
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