4.8.08

Cenizas, cenizas dentro del cielo. Es un cielo salvaje, una
llanura poblada de nubes avasalladoras.
Todo nombre viene desde este cielo: nombres inundados, azules
labios , lindes, cortaduras, palabras
de una sedienta gramática ancestral. Hordas, limpias hordas
sobre la plata de la llanura.
Cenizas en la llanura del cielo, donde el horizonte y la bóveda
se juntan : todo es la cara imponente de la horda. Una
cara sin rasgos, deshabitada, espantosamente limpia, muda y
anegada por el resplandor doliente de este cielo plural.
Vienen aquí las palabras del cielo y las voces
del desierto, las voces de lo que no está ahí. Vivos fulgores
en medio de los cuales nos revolvemos sin buscar salida o
entrada.
Estamos hambrientos. Todo es hambre. El desierto es hambre
y el cielo es hambre. Cuerpos vivos que se reflejan fatalmente.
( Anterior a mí, el desierto se cubre con esta blancura de mi
Cuerpo doliente. Todo consiste
en estas “ grandes invenciones de la memoria”: recuerdos que
duelen
o se gozan en mí, sagaces dulzuras, sombrías ternuras, hambre:
hambre de cielo y de desierto. Anteriores a mí,
toda esta dulzura y este cuerpo que no me pertenece; que es
solamente el tesoro
de una materia que no conozco ni entiendo.) Solo: bajo el cielo
y sobre la llanura.

(Incurable , David Huerta)

No hay comentarios.: