17.6.08

la imaginación se vuelve pensamiento y el pensamiento se vuelve discurso, lenguaje

Es cierto, al estudiar en filos uno aprende a leer y a escribir, algo sucede, algo cambia; todo se articula de manera distinta. Cuando leí este post me agradó bastante la manera en que cada punto es mencionado y expuesto. No digo más, no puedo decir bastante.
"Estudiar en Filosofía

Quienes me conocen saben que soy profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y también saben de mi desinterés por adoctrinar a mis estudiantes con respecto a sus ideas sobre el bienestar social, la economía, la izquierda o la derecha. En mi salón de clases sólo ocurre un suceso: leo poesía y en ocasiones prosa. A veces ocurre que cualquiera de las dos manifestaciones abre la discusión sobre las ideas políticas de sus creadores, y es que es difícil evadir esta discusión cuando en clase se leen poemas de Lorca o de Neruda. Sin embargo, siempre trato de atajar el tema haciendo notar tal o cual palabra, hablando del ritmo, desmontando la estructura del poema. Quizá esto se tome por cobardía pero para una persona como yo, que estudió en un cch y que desde la secundaría escuchó la frase “materialismo histórico”, resulta cansado e ineficiente leer poemas con los anteojos de cualquier teoría, sea esta social o literaria.

No puedo generalizar, pero creo que la mayoría de mis colegas hacen lo mismo: no adoctrinan, sino que enseñan a leer. Quizá en los pasillos de la Facultad se pueda escuchar a algunos de mis colegas discutir sobre el feminismo, el postcolonialismo, el estructuralismo, el postmodernismo etc, pero no creo que en ningún caso se pueda utilizar la palabra adoctrinar. Creo que esta palabra es el problema, pues tiene fecha de caducidad: suena a las décadas de 1960 y 1970, décadas que para mí son altamente falsas - innecesariamente idealizadas.

Lo que puedo imaginar que se quiso decir cuando se utilizó la palabra adoctrinar fue el nacimiento de una conciencia voraz y alerta después de cuatro años de entablar un diálogo profundo con el lenguaje. Porque, seamos honestos, esto es lo que único ocurre cuando uno estudia literatura o filosofía, principalmente. Quiero pensar que en las otras carreras que se imparten en la Facultad: Pedagogía, Geografía, Bibliotecología y Estudios Latinoamericanos ocurre algo similar, pero no puedo afirmarlo. Después de cuatro años de leer en español y en inglés, entonces, uno muta, se transforma. Uno ya no es lo que fue cuando entró a la Facultad, algo profundamente cambió y si este cambio se manifiesta en la adhesión del estudiante a causas sociales, o en la búsqueda de maestrías y doctorados en el extranjero, o en la absoluta disciplina y entrega al trabajo recién obtenido es porque así lo quiso él, su conciencia recién adquirida lo hizo escoger responsablemente su camino.

Una vez que uno obtiene el grado de licenciado en la Facultad de Filosofía y Letras ya nada es lo mismo, pues el mundo se ha hecho más complejo y diverso, y los motivos humanos también se hicieron profundos y variados. Este nuevo conocimiento es el material que empresas, bancos, oficinas privadas o gubernamentales, instituciones educativas, etc.; deberían de buscar para el enriquecimiento de sus capitales, sean estos monetarios u operativos, porque el haber estado en contacto y haber estudiado por cuatro años el lenguaje formó un pensamiento muscular y una imaginación abierta. Sin embargo, si las empresas, los bancos, las oficinas privadas o gubernamentales miran con recelo a nuestros egresados, prefieren a los estudiantes que egresan de universidades privadas (sea por su apariencia o por su naturaleza menos discursiva) lo que hacen es fomentar la polarización, negar la utilidad de la imaginación y del pensamiento. Y si una sociedad carece de ambas características entonces se convierte en un cuerpo con fallas en el corazón y en los pulmones.

Cuando decidí escribir este post quise evitar los prejuicios que tanto nos caracterizan como sociedad, pero ya veo que no pude evitarlo; tal vez es México el que propicia esta respuesta. No quiero que se piense que hago inocente de todo mal a la UNAM, después de todo la mayoría de nuestros presidentes han salido de sus aulas, y es una idea común decir que todo lo malo en México se debe a sus gobernantes. Sin embargo, quiero resaltar con toda la energía posible que las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras son el espacio en donde uno aprende a leer y a escribir, esto incide en el nacimiento de una conciencia nueva, conciencia que a su vez se alimenta de la imaginación y del pensamiento.

Cada vez que algún estudiante escribe un verso o explica un poema a alguien más se repite el mismo misterio: la imaginación se vuelve pensamiento y el pensamiento se vuelve discurso, lenguaje abierto y fértil. Y esto último no puede ser poca cosa"

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