25.11.07

[Te daría el cuerpo salado de un mar que no he visto. Te daría la voz suave del árbol que palpo. Y haría un manjar de sonidos que durmiera el silencio rumiante de tu cuerpo. Tocaría el ruido que viertes a lo lejos. Y recordaría tus muslos. Perfectos. Como si fueran el abismo. Como si fueran en verbo perder. La palabra equidistante en mi orilla del aire. El labio vertical que roza mi vientre. Y que la cercanía fuera una herida suave que doliera y gustara y no cesara. Y que el fuego fuera una herida suave que doliera y gustara y no cesara. Y el fuego sería el dios pequeño que habita en la techumbre. Escasa. Y dirías algo que nadie entendería, excepto el inmóvil. El bruto. Y volvería a los muslos. Al vientre. Al calor que desliza. Habría algo real.

Y el frío nunca sería cuerpo perdido]*


* Romper el hielo: Novisímas escrituras al pie de un volcán: El lugar (re) visitado.
( Ciudad de México. Colección Editorial El Zócalo, 2007)

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