Mis días interrumpidos por la lluvia. La lluvia ha sido la constante, diario llueve: no puedo soportar tanto. Un día la lluvia fue hermosa: en Toluca, Jen conmigo: refugiados en la plaza González Arratia, veíamos caer la lluvia. Veíamos el golpe de las gotas contra el plástico del domo que cubre la plaza. Fuera de eso, cuando llueve , me pongo de pésimo humor. Me molestan los zapatos mojados, el pantalón húmedo: la súbita humedad recorriéndolo todo, el tener que llegar a casa y cambiar mi ropa, el tomar la toalla, secar el pelo. Todo eso es más que molesto. Lamento estar tan alejado de las descripciones de la lluvia como elemento de paisaje romántico, al parecer la lluvia ayuda a enomorarse más o de menos a hacer mucho más romántica la escena.
Y esto no es un ataque personal en contra de la lluvia.
Es sólo que la lluvia me interrumpe, me obliga a escuchar(me) , me confina al silencio( que es otra manera de conversar), me hacer recordar, me impide escribir, me obliga a estar en otro lugar. Cuando llueve me duele el cuerpo. Me duelo.
Repito: esto no es un ataque personal en contra de la lluvia.
La súbita caída de agua me interrumpe. Crea una interdicción. O mejor dicho dos: la del silencio, la de la escritura. Todo eso en el después. Como pasa justo ahora.
Reitero: esto no es un ataque personal en contra de la lluvia.
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