6.11.06

De Susana


Los placeres del dolor
a Abraham Morales
Tengo las manos frías. Estoy triste. Me he desprendido de papeles, de hojas con grafías borrosas. Mías. Escritas ya hace tiempo. Las guardaba. Las releía. No sé cuándo dejé de hacerlo. La lluvia. Junio o Julio. Borraron el destinatario. Un nombre.
Llovió. La puerta de mi habitación es de madera. Los bordes dibujan manchas. Amarillas. Negras. No he podido cerrar (la). No he podido dormir mirando el ir y venir de esas manchas. Antier llovió.
La Griega me habló. Sorpresa. Monosílabos. (Míos) Felicidad ya no.
La Griega va y viene. Es la lluvia que me invade. Es una enorme mancha que me persigue hasta el amanecer. Es insomnio. Las horas.
La Griega es la puerta que no se cierra.
La Griega es un nudo en mi garganta. Un nombre impronunciable.
La Griega es mi espejo. Mi lado oscuro. Duele.
(que tu corazón deje de latir dentro de mi sexo)
(que tu corazón deje de latir dentro de mi sexo)
(que tu corazón deje de latir dentro de mi sexo)
La Griega cumple su Destino:
su libertad como pasión primera. Y yo la perseguía.
su arrojo como vicio mejor. Y ella me atrapó.
Tengo las manos frías. Estoy triste. La luz penetra por la ventana. La vida sigue igual.
--sbc

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