No me gusta la palabra alterego. Ni sus promesas, ni sus consignas, ni su confusión.
En todo caso prefiero la palabra altertexto.
Eso si que es interesante ( al menos para mí):
imaginar el altertexto de mis propios límites, de mis recuerdos, de lo que fue.
El altertexto: el otro texto: el texto mismo.
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