Susana platicó toda la noche. Tengo insomnio-decía. Jen y yo escuchabamos. A veces el seuño nos quería ganar pero queríamos seguir escuchando a Susana. Y los tres continuamos en senda conversación. A la mañana siguiente fue todo rápido: el autobús, el taxi, llegar a CU, ir Filológicas, no entrar a clase del freaky.
A eso de las cinco el sueño nos vencío. En la cafetería de arquitectura comíamos en un estado semi-inconsciente. Nos fuimos a las islas y dormimos profundamente, hasta el que el frío nos despertó. Nada mal después de una noche en,placentera y voluntaria, vela.
Anecdótas que se vuelven únicas, irrepetibles. Pensar en las personas entrañables que uno tiene. Que uno sabe. Todo eso.
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