Recuerdo más o menos bien la anécdota: el amigo al que quiero mucho asistía a clases de tae kwan do en el Tec. Entonces la rodilla se fracturó: el accidente, el seguro de gastos médicos, la convalecencia, las visitas de los amigos. Tiempo después una amiga me comentó que habían visto, ella, él y otros amigos, la película de Le fabuleux destin d´Amélie Poulain. Algo que me perdí. Algo en lo que no estuvé. Algo con lo que la mamá del amigo que quiero tanto lloró. Me quedé con las ganas de.
Ahora, hace un día que he visto por fin el filme. Y sí, me gustó: demasiado. No sé si ha sido la ciudad misma de Paris. La historia. Los colores. La toma. El cáracter ensimismado, discreto, imperceptible de Amélie. Los personajes maníaticos, obsesivos, meláncolicos,prácticos, pintorescos.La atmósfera, los paisajes. Todo. La película: una maravilla. Y esto no pretende ser una dizque crítica o algo así: es mi muy personal comentario, algo por compartir. Es sólo que me llama la atención la manera en que uno se relaciona con los filmes. Es curioso también como suceden las cosas. Finalmente, el tiempo y el lugar se acomodan. Y las ganas de se satisfacen.
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