Y no pude.
No pude escribir. No pude pensar.Frente a la pantalla. En el teclado: no sucedió nada. Y no pude hacer otra cosa. La inmovilidad de un cuerpo. La pausa. La espera. El silencio.
Y fue el deseo, las ganas de:
poder decir algo
poder sentir algo
poder decir algo sobre la ausencia de ese " sentir" algo
las ganas de escuchar esa canción.Y no pude escuchar esa canción.
Y fue el deseo súbito, grave, rabioso.
Decirle: esta canción, hijo de puta, es para ti; las ganas de gritar : baila cabrón; las ganas de decir: dómame.
Fue el deseo de dejar de pensar mientras se escucha el fragmento de una canción, cuyo final fue pospuesto: my sweet prince.
Y después :
fueron las ganas de correr, de golpear la pantalla, y el teclado, y el monitor; de salir corriendo, de gritar, de soporta el trago amargo, ganas de que lloviera: fuerte, rabiosamente, de sudar, de llorar, de de jar de pensar en espejismos. En imposibles.
De olvidar su rostro, sus manos, su cuerpo, sus nervios, su alevosía, su ventaja, su enojo, su pinche furia, su puta furia, su puto berrinche de escuincle pendejo. Ganas de que hubiera luna. En octubre: viernes trece.
Que sólo hubiera luna.Y viento. Ganas de detenerse. De parar. De no retroceder. Efectivamente: algo pasa cuando uno retrocede. Algo pasa.
Fueron las ganas de todo esto: todo en un mismo momento.
Fueron las ganas de escribir.
Fueron las ganas de dejar de escribir.
Son las ganas de detenerse: no escribir.
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